Enfriamiento. Nada más extraerse se colocan las bolsas sobre bandejas con placas de butanodiol para enfriar la sangre con rapidez. Pasa así de los 37º del cuerpo a 20º, temperatura apropiada para los posteriores procesos de filtración –que elimina en lo posible los leucocitos- y de centrifugado –que permite separar los componentes-. Sobre estas bandejas la sangre se puede conservar hasta 24 horas.
Bolsas y fraccionamiento. En pocas ocasiones se utiliza tal y como está. Lo habitual es que se lleve a cabo un proceso que fracciona sus componentes y se guarden por separado el plasma, el concentrado de hematíes y el de plaquetas.
Tubos. Los tubos en los que se recoge la muestra adicional se llevan al laboratorio para realizar el protocolario análisis con el que se determina el grupo sanguíneo, el Rh, se realiza un hemograma y una serología. Así se comprueba que la donación es segura.
Validación de los productos. A continuación se cotejan los componentes fraccionados con las analíticas del laboratorio. Si todo es correcto se da el visto bueno. Es lo que se conoce como validación. En cada etiqueta se identifica el tipo de producto y el grupo sanguíneo del donante.