24 de enero de 2017
En las últimas horas en Navarra se han producido dos trasplantes, además de alguna situación hospitalaria crítica que han precisado de numerosas unidades de sangre, lo que unido a que la epidemia de gripe y los catarros no están favoreciendo la respuesta normal de los danantes a las citaciones, deja las reservas de sangre en nuestra comunidad demasiado bajas.
¿Por qué se produce esta situación?
Un ejemplo muy sencillo. Ayer en nuestra comunidad entraron 100 donaciones, pero salieron 142 de las reservas del Banco de Sangre, por lo que lógicamente hay un desequilibrio que hay que compensar, más aún, cuando venimos de semanas con las reservas justas.
La trayectoria del consumo de sangre en los últimos años, no sólo en Navarra, sino en España en general, había descendido, lo que llevó a mantener unas reservas más bajas de lo habitual, para lo cual se redujeron las citaciones a los donantes y las campañas en general se volvieron menos insistentes y en el peor de los casos, casi desaparecieron.
Esto ha ido acompañado también de una ilógica pérdida de visibilidad social de la donación de sangre, dando la sensación de que es algo superado o no tan necesario.
Situación actual
La realidad es que todos los días hacen falta donaciones para mantener la salud de muchas personas con diferentes enfermedades y el hecho de mantener unas reservas demasiado ajustadas provoca que cualquier evento “inesperado” nos ponga en una situación, a veces, comprometida.
Como asociación de donantes de sangre nos gustaría que además de pedir a los donantes que estén en buenas condiciones de salud para donar sangre lo hagan, independientemente si se les ha citado o no, y siempre que hayan transcurrido los plazos entre una donación y otra, se reconozca socialmente que la donación de sangre es imprescindible para mantener nuestro sistema sanitario.
Sin donaciones de sangre no puede plantearse ningún programa de trasplantes, ni se pueden llevar a cabo muchos tratamientos contra el cáncer o la leucemia, ni intervenciones quirúrgicas, ni atender urgencias o contingencias extremas: incendios, accidentes… y de todo ello sólo somos conscientes cuando falta.